Ejercicio de Máquina dispensadora de Comida – Marta Lorena Parada Mendoza – Popayán
Un paquete de papas de cualquier marca ofrece una delicia, sabores originales, texturas crocantes y hasta recetas caseras; ellos se ofrecen ocultando su contenido, sabores y olores y masivamente convencen. Habitan en las tiendas de las esquinas, en mostradores organizados que no necesitan de personas para vender sus productos: “las maquinas dispensadoras”. Estos dispositivos se sitúan en los lugares de paso que antes no veíamos, están en callejones sin salida de los edificios y en corredores solitarios, donde dudamos que alguna vez muchas personas se acerquen a comprar. Son cajones oscuros que ocultan cómo las monedas y billetes se guardan y cómo se cuentan las vueltas.Son ventanas que nos muestra lo que nos espera al decidir utilizarlas, robots que preparan jugos de naranja o ganchos que liberan bebidas ó paquetes de comida. No hay nadie a quien darle las gracias. Encontré un ejercicio de activación de un espacio; las maquinas dispensadoras ocupan pasillo antes aparentemente solitarios y sin tránsito, lugares oscuros que antes eran solo una pared, o un corredor sin uso. Ahora sus grandes recaudos dan cuenta del flujo y el paso incesante de personas. El ejercicio de máquina dispensadora de alimentos, es un dispositivo para explorar personalmente los valores que le damos a los servicios, qué estamos dispuestos a dar (en este caso, servir comida sin poner cuidado a las regulaciones) y a recibir; y de qué forma podemos entender la reciprocidad cuando no estamos obligados a utilizar dinero en un espacio público, con desconocidos.
A package of potatoes of any brand offers a deliciousness, original flavors, crunchy textures and even homemade recipes; they are offered hiding their content, flavors and smells and massively convincing. They live in the corner stores, in organized counters that do not need people to sell their products: "the vending machines". These devices are located in the places we didn't see before, they are in dead ends of buildings and in lonely corridors, where we doubt many people will ever come to buy. They are dark drawers that hide how the coins and bills are stored and how the turns are counted. They are windows that show us what awaits us when we decide to use them, robots that prepare orange juice or hooks that release drinks or food packages. There is no one to thank. I found an exercise in activating a space; the vending machines occupy corridors that used to seem lonely and unused, dark places that used to be just a wall, or an unused corridor. Now, their great care accounts for the incessant flow and passage of people. The vending machine exercise is a device to personally explore the values we give to services, what we are willing to give (in this case, serve food without paying attention to regulations) and to receive; and how we can understand reciprocity when we are not forced to use money in a public space, with strangers. cr PerfoArtNet |